Como todo proceso de transformación, hay que redefinir los conceptos. En este caso, es necesario evaluar lo que se considera desarrollo y lo que se puede definir como territorio sostenible.
Según María Teresa Pérez, consultora en política y derecho ambiental y tutora del Fondo Verde Internacional, “el camino hacia la sostenibilidad pasa por la transformación de las ciudades en ecosistemas más fértiles, en comunidades más autosuficientes, resilientes e inteligentes, capaces de hacer frente a largos periodos de sequía, al aumento de la población, a los distintos retos de la movilidad urbana o del abastecimiento energético”.
Desde una perspectiva amplia, una ciudad inteligente es la que mejora la infraestructura, eficiencia, conveniencia y calidad de vida de sus habitantes y visitantes.
Más específicamente, una ciudad inteligente o “smart city” es un marco de referencia predominantemente compuesto por Tecnologías de la Información y la Comunicación que permitan desarrollar, implementar y promover prácticas de desarrollo sostenible para hacer frente a los crecientes desafíos de la urbanización, entre otros retos.
Según las Naciones Unidas, actualmente el 54% de la población mundial vive en centros urbanos y en 2050 se espera que llegue al 66%. En cuanto a Latinoamérica, los retos son aún más urgentes pues es la segunda región en el mundo que presenta mayor urbanización después de América del Norte.
En América Latina, el 81% de la población mundial vive en áreas urbanas
Naciones Unidas - World Urbanization Prospects 2018
La sostenibilidad ambiental, social y económica es una necesidad y un paso obligado para contrarrestar el ritmo de la acelerada expansión y crecimiento de la población que amenazan los recursos de las ciudades bajo el actual modelo económico.
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De acuerdo con el Ministerio del Medio Ambiente de Colombia, “las ciudades no pueden planificarse solamente circunscritas a los cascos urbanos, pues su funcionamiento depende de una sana interacción con la región en la cual se asientan”.
Por eso pasamos de “ciudades inteligente y sostenibles” a hablar de
“ciudades y territorios inteligentes y sostenibles”.
De acuerdo con Bernardo Requena, representante en Ecuador del CAF, Banco de Desarrollo de América Latina, “las ciudades se han convertido en un escenario esencial para abordar y revertir los problemas de exclusión, inequidad y pobreza”
“Con políticas adecuadas, las ciudades se convierten en espacios apropiados para mejorar el bienestar de los ciudadanos mediante el intercambio de ideas, la recreación, el consumo de bienes materiales e inmateriales”, agrega Requena.
En un territorio sostenible:
Probablemente, el reto más grande que enfrenta nuestra generación es que ninguno de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas, que aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ha alcanzado hoy el desarrollo sostenible en sus territorios en sus tres dimensiones: el medioambiental, el económico, el social
Conoce más sobre los tres componentes de la sostenibilidad y el diseño sostenible
Teniendo en cuenta que el grupo de las mayores economías del mundo, las cuales conforman el G-20, representan más del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, la Organización de las Naciones Unidas -ONU- ha llamado a los líderes mundiales a tomar acciones más comprometidas y urgentes.
La fundación del Club de Roma en 1968, la conformación de la Comisión Bruntland en 1987 y las diferentes iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas que advertían sobre la importancia de abordar la crisis ambiental planetaria bajo desde una óptica global y mediante acciones a nivel nacional motivaron a los diferentes países de la comunidad internacional a tomar cartas en el asunto.
Colombia, de acuerdo con el diario El Espectador, estableció el ‘Desarrollo Sostenible’ en la Constitución Nacional de 1991 como un objetivo de todo el país después de que el término fuera acuñado previamente en el informe Bruntland.
En 1992 fue uno de los 178 países asistentes a la cumbre sobre Medio Ambiente celebrada en Río de Janeiro, lo que ayudaría a promover en la agenda nacional la expedición de la Ley 99 de 1993 que creó el Sistema Nacional Ambiental SINA el año siguiente, integrado por el Ministerio del Medio Ambiente, las Corporaciones Autónomas Regionales, las Entidades Territoriales y los Institutos de Investigación adscritos y vinculados al Ministerio.
Sin embargo, como lo narra Ernesto Guhl Nannetti, investigador y miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, las instituciones y herramientas creadas para realizar una gestión ambiental sostenible fueron debilitándose, por lo que lo ambiental perdió nivel político.
De a poco en el país se han venido eliminando los paradigmas con respecto al desarrollo sostenible. En realidad, no ha existido una organización del territorio desde una lógica sostenible.
Por esta razón, los territorios protegidos o ciertos elementos del ecosistema han sido señalados como “obstáculos” para el desarrollo.
Según Gonzalo Andrade, docente del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y referente en temas de sostenibilidad, desde un punto de vista urbanístico y ambiental, se debe organizar el territorio a partir de un enfoque sostenible.
“El ambiente no es el que debe tender hacia el desarrollo sostenible sino que el territorio es el que debe ser sostenible en primer lugar”, señaló en 2016 para el Observatorio de Gobierno Urbano del IEU.
En otras palabras, el investigador Ernesto Guhl Nannetti explica que se ha consolidado el paradigma de los Sistemas Territoriales Sostenibles, cuyo propósito es construir “territorios sostenibles”:
“Los territorios sostenibles consisten en una creación compleja que resulta de la interacción de las múltiples variables y procesos sociales y naturales, uno de los cuales es el desarrollo, el cual debe lograrse dentro de los límites y las capacidades de los ecosistemas que lo soportan para así mantener en el tiempo la calidad de vida y el progreso social”.
